La Comunicación no Violenta: ¿Por qué nos cuesta tanto?

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La Comunicación no Violenta: ¿Por qué nos cuesta tanto?

Me causa inquietud (y tristeza) la forma exponencial en que se han disparado los casos de violencia intrafamiliar, violencia de género, violencia conyugal, violencia a todo nivel en épocas de crisis, en épocas en donde las condiciones externas son bastante desesperanzadoras y la vida se ve aún más amenazada cuando el hogar no es refugio sino foco de infelicidad y desespero.

De acuerdo a la revista Semana, en su edición del pasado 15 de abril “En el período comprendido entre el 25 de marzo y el 11 de abril, los equipos psicojurídicos de la línea 155 atendieron 1.674 reportes de violencia intrafamiliar, lo que significa cerca de 982 casos más que los 692 registrados en el mismo periodo de 2019”.

Yo quiero ir más allá de esta cifra, yo quiero plantear un horizonte de reflexión en donde podamos revisar, desde el plano humano y existencial, lo que puede estar sucediendo.

En nuestro sistema de educación brilla por su ausencia la asignatura de resolución de conflictos; aprendemos a resolverlos desde la manera más instintiva y animal; atacando o huyendo.

No es extraño entonces que nuestra sociedad esté enferma e intoxicada cuando en nuestra infancia se nos enfoca a que aprendamos a leer y a escribir, ignorando las otras dos funciones básicas del lenguaje; Escuchar y Observar, factores además estructurales y definitivos a la hora de acercarnos a la forma correcta de resolver las desavenencias de la vida cotidiana.

¿Qué pasaría si nos enfocáramos en aprender a escuchar y a observar y también lo enseñáramos a nuestros niños?

Es por esto, en la humildad de mi concepto, que nos cuesta tanto poder llegar a comprender las realidades, necesidades y emociones propias y por supuesto, las de quienes nos rodean.

La comunicación no violenta nos ha dado las herramientas para aprender alternativas para construir una realidad más humana. Este concepto fue desarrollado por el Dr. en Psicología Marshall B. Rosenberg hacia el año 1964. Esta teoría que se pone en práctica cada vez que hablamos, nos invita a repensar la carga de violencia que ponemos en nuestras expresiones y de qué manera estas manifestaciones del lenguaje enriquecen o empobrecen la calidad de las relaciones con nosotros mismos y con el entorno.

La comunicación no violenta es buscar por todos los medios la conexión que nos acerca, que nos hace coincidir y acorta el camino hacia la comprensión de las necesidades propias y ajenas, las alternativas de acuerdo y la posibilidad de hallar formas amables de resolver las situaciones del día a día. Fundamentalmente la comunicación no violenta nos invita a ser responsables de las relaciones, apartados del egoísmo, desde la responsabilidad propia, con empatía y con ganas de buscar el bienestar común.

Si fuéramos lo suficientemente valientes como para asumir la responsabilidad de nuestros actos de comunicación a todo nivel, tendríamos mejores resultados en el ámbito personal, lo cual se vería reflejado en nuestras interacciones en familia, comunidad, equipos de trabajo, Empresas y por supuesto, en la sociedad.

La comunicación violenta es exactamente lo contrario; implica amenazar, juzgar, deshumanizar, culpar o coaccionar a otros para que entiendan (a la fuerza, aunque sea inconsciente) lo que queremos expresar. Esta manera de comunicarnos engendra frustración, vergüenza, culpa, dolor, tierra fértil que abonada con otros factores y en casos crónicos desemboca en violencia psicológica, emocional y física.

Lo invito a pensar en la energía que le pone al tono y a las palabras que componen su comunicación, pero más allá de esto, lo invito a que se plantee la alternativa de modificar esta energía a través de un modelo evolucionado, un esquema que potencia la energía vital y le resta el veneno para sumarle compasión y armonía, para hacer de sus relaciones un territorio más sano, más tranquilo, más productivo.

Solo piense por un momento en cuánto valor agregaría, por ejemplo, a su trabajo, a sus clientes, a sus jefes, a sus compañeros y a su Empresa si pudiera encontrar una forma más profesional (y más humana) de lanzar y recibir los mensajes cotidianos.

Es útil aportar diferenciales a nuestro modo de relacionarnos, en cualquier escalón del desarrollo personal y profesional, a cualquier nivel jerárquico dentro de una organización (sin excepción). Por ello deberíamos reflexionar para inclinar nuestra balanza hacia la creación de nuevas y mejores formas de hacer presencia en el mundo con un lenguaje menos dañino, más inclusivo y más humilde.

Naturalmente somos seres reacios a las exigencias, a las imposiciones, a las obligaciones, es por eso que cuando se nos exige modificar nuestras acciones surge una resistencia que nos lleva a ponernos la investidura de quien se defiende como nos enseñaron; atacando, defendiéndonos o huyendo.

Lo invito entonces a que no espere que alguien, en sus relaciones en cualquier contexto, le exija que alinee la manera en que está comunicándose, más bien haga el ejercicio de observarse, de escucharse y después, saque sus conclusiones.

Hay cuatro pasos asociados a la Comunicación No Violenta que Usted y yo podemos (y deberíamos) empezar a practicar para mejorar nuestra forma de impactar con nuestro lenguaje y poder ser más útiles a nosotros mismos, a los demás y en general, al mundo.

Cuando Usted se vea de cara a una situación que le afecta y quisiera cambiar, trate de poner esto en práctica:

  1. Observación. Poder hablar desde una perspectiva descriptiva, sin añadir juicios. Nos limitamos a ser observadores objetivos de la realidad, sin mezclar ninguna emoción o pensamiento. Hablar de lo que pasó con quien nos interesa hallar opciones de solución.
  2. Sentimientos y actitudes: Lograr explicar a esa persona lo que la actitud provocó en nuestro interior, sin juicios, sin juicios, repito: ¡sin juicios! Limítese a describir cómo se sintió, de qué manera se afecta su ser sin señalamientos, solo describiendo la emoción que le incomoda.
  3. Necesidad. Señalar la necesidad que se quiere satisfacer. Expresarla sin herir, simplemente decirlo desvestidos de cualquier prevención. Se propone ser capaces de comunicarlo desde la humildad de quien pide ayuda.
  4. Petición. Solicitar al otro una acción, algo concreto que sea real, ejecutable, concreto y solicitado en calidad de proposición (no imposición, no exigencia, no obligación) en términos positivos. Proponer al otro que haga lo pertinente para poder cumplir con las expectativas de las dos partes.

Ahora bien, después de tener claro qué es Comunicación NO violenta, lo convoco a Usted que me lee a que se plantee las siguientes reflexiones:

¿Cuánta vida desperdiciamos tratando de cambiar el mundo ignorando que el cambio de nuestro pedacito de mundo depende de nuestra propia transformación?

¿Es capaz Usted de auto observarse y auto escucharse para detectar qué tan violenta o no violenta está siendo su comunicación?

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